Comprende los riesgos derivados de la exposición a los rayos UV y aprende cómo proteger tu piel de sus efectos.
Normalmente, asociamos las quemaduras solares a las vacaciones de verano, la piscina, la playa, el bronceado… Sin embargo, aunque es cierto que una exposición prolongada al sol puede dañar la piel, de lo que nos debemos proteger en realidad es de la sobreexposición de la piel a la radiación ultravioleta (o rayos UV), ya que esa es la causa real de las quemaduras solares.
Lo que puede parecer sorprendente es que los rayos UV no solo están presentes en los días que pasamos al sol, en la piscina o en la playa. En los días parcialmente nublados, la radiación UV puede ser bastante intensa, ya que rebota en las nubes.
Incluso en los días totalmente nublados, los rayos UV pueden penetrar la capa de nubes y dañar la piel. Además, algunas superficies como el agua, el hormigón, la arena o la nieve reflectan los rayos UV sobre la piel, aunque evitemos el contacto directo con la luz del sol.
Por otro lado, los esquiadores o aquellas personas a las que les gusta pasar las vacaciones en la montaña deben saber que, a mayor altitud, más quema el sol. También se debe tener precaución con las camas solares, ya que los rayos UV que emiten pueden ser tan peligrosos como un día a pleno sol.
Cuando pasamos tiempo al aire libre, la primera línea de defensa que tenemos contra los rayos UV es la ropa. La norma general es cubrir tu piel lo máximo posible, por lo que la mejor opción en cuanto a comodidad y protección es vestir ropa larga y tupida.
A la hora de escoger una camisa o una blusa, debes recordar que el escote y la nuca también se queman. ¡Y no olvides usar un sombrero y unas gafas de sol que tengan un filtro UV!
La crema solar es indispensable para proteger la piel de los rayos UV. Asegúrate de utilizar una que sea adecuada para tu tipo de piel. En los meses de verano, compra la crema solar antes de exponerte al sol para asegurarte de no arruinar tus vacaciones por una quemadura solar.
Aplícate un protector solar 15-30 minutos antes de exponerte al sol y vuelve a aplicártelo con frecuencia. Asegúrate de volver a aplicarte la crema después de nadar y no olvides las zonas menos evidentes como las orejas, la raíz del pelo, los pies y la parte de atrás de la rodilla.
Si tu intención es aprovechar al máximo el sol durante el verano, es importante que dejes que la piel se adapte progresivamente, en especial tras un invierno largo, frío y oscuro. Al principio del verano, pasa menos tiempo al sol cuando los rayos UV son más fuertes, y aumenta la exposición de forma gradual.
Por otro lado, si estás tomando algún tipo de medicación, consulta a tu farmacéutico o tu médico si aumentan la fotosensibilidad de la piel. En caso de duda, permanece a la sombra.
Sabías que...
Los rayos UV no solo están presentes los días de sol. Pueden afectar tu piel incluso en días parcialmente nublados ya que pueden atravesar la capa de nubes.
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